martes, 2 de octubre de 2012



“Si tienes hombres que excluirían a cualquiera de las criaturas de Dios del refugio de la compasión y la piedad, tendrás hombres quienes se comportarán de la misma forma con sus compañeros.” - San Francisco de Asís

San Francisco de Asis - Patrono de los animales y la naturaleza 


Es comúnmente conocido que San Francisco de Asís era amante tanto de la creación como de su Creador, su rol como iniciador del medioambientalismo es sorprendentemente ignorado en el epítome biográfico de su vida, la cual se centra principalmente en su viaje profundo de fe. Decretado como el santo patrón del medioambiente, ecología y de los animales, los últimos años de la vida de San Francisco de Asís no sólo fueron un intocable modelo de devoción religiosa, sino un ejemplar dechado de una harmoniosa existencia en la Tierra. Él era amigo del hombre y de la bestia, admirador del sol y la naturaleza y un pacifista en todo sentido de la palabra.

San Francisco de Asís no estaba simplemente en paz con los hombres, él estaba en paz con todos los seres vivientes, con toda la hermosura que sus ojos podían contemplar. Él escribió himnos de alabanza para su Dios por las creaciones por las que se sentía tan bendecido de contemplar, y escribió poemas para su “Hermano Sol” y su “Hermana Luna”, hasta alabando repetidamente a su “Hermana Muerte” sobre el lecho de muerte de su cama. Tanto se sintió unido a la creación que consideró al sol como su hermano, la luna; su hermana y todos los hombres sus hermanos. San Francisco de Asís se sintió obligado a llegar a aquellos sin voz (no escuchados), los rechazados y los necesitados. Él cobijaba y ayudaba a los leprosos, quienes en aquel tiempo eran marginados por la sociedad, la condición de su piel les producía terror. Él visitaba hospitales y cuidaba de los enfermos, enviaba comida a los ladrones, daba la bienvenida, amistaba o apoyaba a las mujeres y les reconocía sus habilidades y su inteligencia, un concepto extraño en aquel tiempo.

Su devoción no sólo nacía con los seres humanos, él estaba profundamente comprometido con el bienestar del medioambiente y de toda la creación, a manera de un iniciante pionero nunca antes visto, vivía con animales y se regocijaba en la naturaleza. San Francisco de Asís predicaba a los pájaros para recordarles alabar a su Creador por las bendiciones obtenidas, amansó un lobo salvaje y lo convirtió en una de sus muchas mascotas, además Asís comprendió el predicamento de la naturaleza y el ciclo de la vida, si bien a veces brutal. Sin embargo, sentía que su Creador no crearía la maldad, por esta razón, todo a su alrededor era bueno y por lo tanto debería ser tratado con cortesía, amabilidad y generosidad, desde el gusano al cordero, la cigarra al lobo.
 
Quizás era porque los animales reconocían su sinceridad genuina con ellos que también se sentían tan atraídos hacia él. En términos simples, San Francisco de Asís era un aliado sincero para todos a su alrededor, del hombre a la bestia, de los árboles a las piedras, del sol a la luna y al cambio de las estaciones, Asís era su alma gemela. San Francisco de Asís simplemente recomendaba encarecidamente a la humanidad mostrar respeto, humildad y amor hacia los demás miembros seres vivos del planeta y sus alrededores, y de igual manera, él esperaba lo mismo de la Creación; sentía que al dar la bienvenida y regocijarse en las maravillas a su alrededor, la humanidad podría ser atraída de forma natural, a llevar a cabo acciones de amor y respeto en vez de furia y dominación.

San Francisco de Asís hablaba con el universo, le habló a su hermano “Fuego”, a su hermana “Luna”, la complejidad del espacio y las bestias de la Tierra, y aunque él vivía en un paraíso espiritual, Asís era enteramente humano. No realizó ningún intento por divisarse a sí mismo, no esperó recompensa alguna por su vida de servicio, simplemente vivió para servir y amar en armonía.

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